La depilación


La depilación es una tarea que nos trae de cabeza a muchas mujeres y, cada vez más, a muchísimos hombres. Las cremas y cuchillas eliminan el vello con rapidez y sin dolor pero vuelven a aparecer rápidamente haciendo que se vuelva algo tedioso; los sistemas que arrancan el pelo de raíz tienen el inconveniente de ser dolorosos y de irritar la piel, sobre todo en el caso de la cera. Por no hablar de esos pelos que se niegan a atravesar la piel y pueden causar infecciones y foliculitis. En definitiva, lucir nuestra piel suave y bonita puede llegar a ser toda una odisea.


Pero vivimos en la época de las grandes tecnologías, y en la última década, se han producido avances que han sido capaces de poner a nuestro alcance nuevas formas de depilación. Hablamos de la depilación láser, una técnica que utiliza este utensilio para quemar el folículo del pelo y evitar que vuelva a crecer. Es básicamente una luz que emite unas ondas que son absorbidas por la melanina del vello y que penetran en nuestra piel sin causarle daños.


El color de la piel y la consistencia y tonalidad de nuestro vello serán condicionantes en un mayor o menor éxito de esta depilación. Aunque se dice que las condiciones más favorables para un tratamiento eficaz son piel clara y pelo oscuro, actualmente se pueden tratar casi todo tipo de pieles.

Se puede afirmar que el éxito del tratamiento esta asegurado, gracias a la proliferación y mejora en los sistemas láser. El más común es el diodo, que suele ser apto para casi todo tipo de pieles, pero su efectividad con el pelo fino es menor, además de ser mas doloroso que otros sistemas. Los otros tipos de láser que completan la oferta en depilación, son el de Rubí, sólo para pieles claras, y el de Alejandrita. Este último, "al tener una longitud de onda más larga permite ser usado en pieles claras y un poco más morenas sin riesgo de quemaduras. Asimismo es muy apropiado para pelos muy finos".

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